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lunes, 20 de junio de 2011

Camino de noche


Un poema de Javier Bernal



Camino de noche

por la geografía de mi pensamiento.

Me he perdido

en el infierno de mis temores

y ahí te hallo,

como herida nueva,

como cicatriz,

como la marca indeleble de animal.

Doy paso a la oscuridad,

pero mi mente sigue diáfana ante tus ojos.

Siento la presión que tortura mis palabras

que empequeñece mis ideas

que me pierde en el instinto

que me tiene en la prisión de estar y no estar vivo.

Camino y en cada paso caigo

y a cada paso me levanto….

Siempre cansado de llevar la misma cruz.

Como Cristo agotado

tengo un buen samaritano;

pero no basta,

porque mi camino sigue de caída.

Sigo hallando mis fracasos y frustraciones

en los espirales de mi infierno.

Busco en mi purgatorio,

pero en mis culpas hallo pecados sobrios.

Llego al limbo y de nuevo caigo al vacío

y este círculo continúa

y continúa

y continúa…

Pishtacos en Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa






Por Rafael Anselmi Samanez






El tema de la violencia siempre ha resultado sugerente para la creación, ha sido una práctica cotidiana, una necesidad para explicar los sucesos o para inventarse estrategias de sobrevivencia. Cierto que los pishtacos no son el único referente violento que puebla el mundo andino (existen otros como el supay), pero son, sin duda recurrentes.

Una primera aproximación que nos informa de los términos básicos y también de algunas variaciones es la de Juan Antonio Manya en su artículo “Temible Ñakaq?” aparecido en la revista Allapanchis:

Por las andanzas en los centros de cultura, como también en la vida de las comunidades campesinas, se ha podido captar la existencia del Ñak’aq, misterioso, temible y sanguinario, cruel y hasta sádico, que vive en los lugares estratégicos y peligrosos, así como en los socavones, en peñas, chozas apartadas, etc., (…) Este discutido personaje es muy conocido en el Cuzco y Puno donde lleva el nombre de Ñak’aq o Pistaco. (1969: 135)

El ñakaq, ñak’aq o pishtaco es visto o entendido como un personaje contra quien las autoridades “no tendrían fuerza para hacerle comparecer, porque tiene permiso oculto del gobierno” (1969: 136) y vendría desde las épocas del incanato donde se “señalaba al hombre más fornido y valiente para hacer cumplir al sentenciado o infractor el peso de la Ley del Dios-Inti, y se conocía con el nombre de Ñak’aq” (1969: 136).

Interesante también resulta la explicación que, sobre este personaje, nos entrega Juvenal Casaverde Rojas:

Nak’aq o Degollador:
Llaman así a los hombres que consiguen una licencia del convento de Santo Domingo del Cuzco, para sacra grasa humana y vender al mismo Convento. El otorgamiento de las licencias es limitado, si así no fuera, los nak’aq exterminarían, en muy poco tiempo a todos los hombres. Se dice que la grasa humana es muy valiosa entre otras cosas como medicina. Los degolladores utilizan una técnica especial que acompañada de una oración, hace posible la extracción de la grasa de las víctimas que fallecen a los pocos días. (…) Por estos y otros, surge la hipótesis de que los pobladores identifican a los degolladores con los padres de las Ordenes Franciscana Y Dominicana, tal vez por los diferentes desmanes que cometieron durante el Virreynato y la Colonia, en agravio de los pobladores, especialmente de los pueblos más apartados, lugares donde más se les recuerda. (1970: 181-182)

Parece entonces quedar claro que, la relación entre estos seres y el poder, ya sea estatal o eclesiástico, es muy importante. En unos casos son autorizados por el gobierno y en otros por la Iglesia. Pero ¿cuál es su papel? ¿Son castigadores que cumplieron, desde la época incaica un papel luego retomado por el gobierno, o protegidos de la Iglesia? En todo caso, la imagen que hoy se tiene de ellos y que, en buena medida se ha mantenido en el tiempo con pocas variaciones, es la de seres con poderes sobrenaturales que extraen la grasa para venderla al enemigo de turno: Iglesia, Gobierno, Chile, Estados Unidos. Siempre entonces está la imagen del poblador indígena explotado por quienes, al menos en los casos del Gobierno y la Iglesia, debían protegerlo.

Como es bien sabido, la trama de la novela de Vargas Llosa se sitúa en Naccos, un pueblo andino azotado por una forma de violencia iniciada en los años 80, pero entretejida con esta aparecen, como una posible búsqueda de las raíces de la violencia, al menos así ha sido leída por muchos críticos esta obra, los temas de viejos mitos andinos, sobre todo el de los pishtacos. Figuras centrales en esta parte del relato serán la pareja formada por Dionisio y Adriana, seres extraños y ajenos a la comunidad, que dominan por el miedo o la superstición a los miembros de un campamento minero que, en medio de la violencia desatada por Sendero Luminoso y por las fuerzas del Estado, instauran otro espacio de miedo, el de los sacrificios humanos. Tema éste, el de los sacrificios humanos, que también ha sido criticado como una imagen de brutalidad que pretende presentar Vargas Llosa con el fin, consiente o no, de destacar el primitivismo de los habitantes del Ande peruano, olvidando que esta idea sigue viva hoy en el mundo andino y que, en todo caso, lo que Vargas Llosa hace en su novela es trabajar un verosímil cultural (“(...)gama de estereotipos culturales o conocimiento aceptado que una obra puede usar pero que no gozan de la misma posición privilegiada que los elementos del primer tipo, en el sentido de que la propia cultura los reconoce como generalizaciones.” (Culler 1978: 202). Muestra de ello, de que esta idea existe, es uno de los relatos sobre pishtacos o nakaqs que aparecen el libro PISHTACOS de verdugos a sacaojos de Juan Ansión donde podemos leer:

(…) cuando yo tenía 12 años, cerca al pueblo de mi abuelita estaban haciendo un puente bien grande y a los trabajadores de ese puente cuando se descuidaban les empujaban debajo del puente, ahí donde metían las mezclas de cemento.
- ¿Y eso por qué lo harían?
- Para que ese pueblo no tenga desgracias y para que el puente dure muchos años, o sea ellos creían que así el puente iba a durar mucho tiempo (…) (recogido por Dionisio B. Miranda, en Ayacucho, 6-12-81; la informante tenía 22 años. (1989: 79)

No es un pues un invento de Mario Vargas Llosa la historia de los sacrificios en la época moderna, si puede ser el uso de una idea que sigue flotando en imaginario de la gente en pro del desarrollo de un texto de ficción. No tendría que verse entonces una idea desacreditar a la cultura andina en esos pasajes, sino la lograda –a nuestro entender—construcción de un verosímil de carácter cultural, que hace que las piezas de esta novela, en cierta medida de corte policial, encajen.

Un papel muy importante en esta trama parece el que juega Dionisio, personaje casi repugnante en la descripción de Lituma, pero, además personaje venido de la costa o, en todo caso que viajaba constantemente a la costa en busca de pisco para su cantina. Encontramos pues en él una característica fundamental para la idea, al menos moderna, del pishtaco, un hombre de fuera que explota a la comunidad y que, en este caso, junto con su mujer, quien ayudó a dar muerte a un pishtaco, llevaron a los mineros a sacrificara a varios pobladores.

¿Es esta historia de pishtacos una forma de explicar este mundo puesto de cabeza con la llegada de los conquistadores? ¿El narrador de la novela encuentra en esta desigualdad las raíces de la violencia, de una violencia expresada en buena parte en los pishtacos? ¿Está en condiciones el personaje de Lituma, un policía que confiesa en más de un pasaje de la novela no entender o desconocer los mitos andinos, de expresar una opinión final sobre los orígenes de la violencia? Pero Lituma parece intuir algo, algo que no logra comprender del todo, y es el expresar su sorpresa por las noticias de pishtacos en tu natal Piura, en esa costa que él considera conoce y entiende, en esa costa, si se quiere, moderna frente al atrasado mundo andino, al menos, desde su perspectiva.

Los pishtacos más allá de los Andes

Esa sorpresa de Lituma parece importante no para hacer un diagnóstico definitivo sobre los orígenes de la violencia, no es la pretensión de este trabajo, sino para tratar de comprender la lógica del personaje. Y es que acaso como la violencia de los años 80 en adelante, las historias de pishtacos fueron descendiendo a la costa e igualando, en cierta medida, a la cultura peruana, aunque fuera una cultura de violencia.

Gastón Antonio Zapata en su artículo “Sobre ojos y pishtacos” parece darnos una entrada interesante a este tema:

El 30 de noviembre aparecieron los pishtacos en Villa El Salvador. Desde tempranas horas el rumor comenzó a extenderse, venía de otros barrios populares de Lima, pero aquí iba a explotar. A media mañana todo el pueblo estaba conmocionado. Se decía que unos gringos habían entrado en el colegio, armados con metralletas, raptando a unos niños para sacarles los ojos y venderos posteriormente en el extranjero. (…) Los niños lloraban sin comprender del todo pero muy asustados. Los mayores, mientras tanto, oscilaban entre el susto y la violencia.

Esta pues es la imagen que sorprende a Lituma, no a Vargas Llosa necesariamente, la violencia se ha trasladado a la costa; en la novela a Piura, en la realidad real a Lima. Son los pishtacos la imagen del que despoja de la fuerza o la vitalidad por medio de la grasa o los saca-ojos, en su versión moderna, los que despojan a la gente de ¿su “futuro”? ¿De la posibilidad de vislumbrar un futuro? Y en medio de ellos la imagen del extranjero, del extraño, de ese Dionisio que no se sabe de dónde llegó pero que comercia con la costa, o de estos gringos. Siempre ajeno, siempre de fuera, ver o volver los ojos o la conciencia para descubrir la violencia es uno mismo, en la propia cultura e historia suele ser difícil, siempre será mejor apuntar a lo extraño, a lo ajeno.

Los orígenes de la violencia

Muchas formas existen, nos parece sinceramente, de entender o intentar abordar el tema de la violencia. Vargas Llosa, en la novela que trabajamos, parece buscarla o trabajarla en ciertos orígenes míticos, pero no pensamos que la limite a ellos, la violencia explota en momentos y lugares porque las condiciones se dan o se construyen, o se han construido por siglos. Como lo afirman Juan Ansión y Eudosio Sifuentes: “La violencia en el Perú tiene raíces históricas profundas, que se remontan a la Conquista española, y aun a tiempos más lejanos en la sociedad andina prehispánica y, desde luego también en la sociedad española.” (1989: 61) o como lo explica o siguiere, con formación y experiencia distinta Hubert Lanssiers:

Contaban los griegos que Cadmos, fundador de Tebas, mató a un dragón y enterró sus dientes en el campo. De inmediato la tierra se cuarteó y, en lugar de espigas, asomaron cascos de bronce, puntas de lanza y, finalmente, hombres armados: todo un ejército fantasmal programado para matar.
Me pregunto si no estamos, nosotros, sembrando los dientes del dragón sin darnos cuenta de que terminaremos siendo triturados por ellos. (1998: 174)

Existen, al parecer muchos lugares donde rastrear los orígenes de la violencia que sacude al país desde tiempos acaso inmemoriales, no solo la de las décadas pasadas que no necesariamente ha desaparecido, acaso solo se haya transformado. Sin embargo, buscarla en la posible interpretación de textos literarios o, mejor dicho, buscar en esos textos que descubrir la ideología inconsciente de sus autores y asumirlo como una verdad indiscutible parece muy arriesgado. Olvidar que un autor juega con las ideas de lo verosímil para crear un producto creíble y descuidar en favor de la confirmación de una imagen, en muchos casos preconcebida, las vivencias cotidianas y aún presentes de las comunidades que se pretende entender, el mundo andino y los sacrificios humanos por ejemplo, e inducir a la idea de que esas son invenciones de alguien para desacreditar una cultura parece también un riesgo muy grande. Acaso sería mejor abordar el texto de la manera más objetiva posible (hasta donde la objetividad puede ser entendida) y aprovecharlo de manera amplia, en lo estético y, si da para ello, también en lo ético.

Se afirma que Freud dijo alguna vez: "A veces un puro es solamente un puro." Sería interesante pensar tal vez que, a veces un pishtaco es solamente un pishtaco o una novela solamente una novela.

Por lo tanto, nos parece que el trabajo de temas como los pishtacos o los sacrificios humanos en la novela de Mario Vargas Llosa pueden ser un punto de partida interesante para discutir sobre el tema de la violencia en la sociedad peruana, pero nos parece también exagerado abordarlo solo en favor de una supuesta comprensión de la ideología de su autor y olvidar o descuidar los principios del texto ficcional.


Bibliografía

1. Ansión, Juan y Eudoxio Sifuentes. 1989. En: Juan Ansión. Editor. PISHTACOS de verdugos a sacaojos, Lima, Tarea
2. Arrollo Reyes, Carlos. 1980. “Mario Vargas Llosa y la novela peruana de la guerra interna”. En: Cox, Mark R. comp. Pachaticray (El mundo al revés). Lima, Editorial San Marcos
3. Barthes, Roland. 1980. S/Z. Madrid, Siglo veintiuno editores
4. Casaverde Rojas, Juvenal. 1970. “El mundo sobrenatural de una comunidad” En Alpanchis, Vol. II, Cuzco
5. Culler, Jonathan. 1978. La poética estructuralista. Barcelona, Editorial Anagrama
6. Chatman, Seymore. 1990. Historia y discurso. Madrid, Taurus Humanidades
7. Eco, Umberto. 1993. Lector in fábula. Barcelona, Editorial Lumen
8. García Calderón, Ventura. 1986. Obras escogidas. Lima, Edubanco
9. Kristal, Efraín.1980. “La violencia política en la narrativa peruana 1848-1998”. En: Cox, Mark R. comp. Pachaticray (El mundo al revés). Lima, Editorial San Marcos
10. Lanssiers, Hubert. 1998. Los dientes del dragón. Lima, Petróleos del Perú S.A.
11. Manya, Juan Antonio. 1969. “Temible Ñaqaq” En Alpanchis, Vol. I, Cuzco
12. Vargas Llosa, Mario. 1993. Lituma en los Andes. Bogotá. Planeta
13. Zapata, Gastón Antonio. 1989. “Saca ojos y pishtacos”. En: Juan Ansión. Editor. PISHTACOS de verdugos a sacaojos, Lima, Tarea

martes, 14 de junio de 2011

LUCIANA





(Un cuento de Melisa Valdez Caballero, 2011)

Aquí, por el siglo XXI, ronda y ronda una extraña persona. Y no digo persona extraña porque todos la conocen. Pero, es extraña, porque además de vivir, deambula pensando en salvar el mundo, noble tarea! ¿Y en el siglo XXI? - infructuosa vocación.

La extraña es una audaz profesional, sus padres viven orgullosos porque toda su vida se ha dedicado, además de vivir, a estudiar y trabajar. Uf, qué cansancio. Los enamorados esperaban; las fiestas, ni qué decir, pero cuando las diversiones llegaron las disfrutó grandemente, sin excesos ni limitaciones. Es que cuando hay formación en casa, los placeres de la vida no nos hacen pecar y menos contra uno mismo.






Sin embargo, al no existir la receta mágica del buen vivir, Luciana se enamoró del peor de los amores – sí- de esos que deben descartarse ipso facto. ¡Qué se expectoran inmediatamente Luciana!Pero, no entendió, porque no solo quería salvar el mundo, sino que en su inmenso y noble corazón de lechuga, su amor la volcó a querer solucionar los problemas de este desenamorado hombre. Con esto, dejó de ser, temporalmente, el retoño orgullo de sus progenitores para convertirse en la migraña. Ni un excedrin paleaba tal jaqueca.





El ser humano es complejo, ni los psicoanalistas han podido solucionar los llantos del corazón. Uno cree que sí se puede; yes, I can!Mas, cuando se está en el hoyo nos damos cuenta de que: No, wecant!
Por varios años, Luciana fue víctima de maltrato emocional y físico; perdió confianza en sí misma, los insultos y las bofetadas le presentaban un mundo breve e insólito. No existían alternativas de nada, la soluciónla tenía ella, pues.






- Pero, no se puede Luciana, habla con tus padres, busca ayuda caramba.
Insólitamente, cierta vez despertó en ella un gusto enorme por los tiburones; además, soñaba con criar ratas y tener un álbum de plantas venenosas. Causó un gran desconcierto cuando se le vio sentada en uno de los paraderos horribles llenos de tierra de San Juan de Lurigancho buscando arañas con un palito de anticucho. Evidentemente, Luciana ya se había convertido en un caso patológico que podía terminar en suicidio. Sin embargo, el trabajo de sus padres por un poco más de veinte años daría sus frutos.




Luciana reaccionó.




Perdón, Luciana reaccionó gracias a sus padres y a una cachetada sangrienta del desenamorado desperdicio de hombre cuyos problemas existenciales ya no le interesaban más. No puedo decir que lo último le hizo falta, pero me inclino a pensar que esa persona extraña dedicada a vivir, a estudiar y trabajar; orgullo de mamá y papá, se dio cuenta de que la sangre no nos la saca nadie caracho. Las mujeres pierden sangre mensualmente, pero no así. Su amor – por ella- se lo hizo ver y de ser una dolorosa migraña, coleccionista de arañas y amante de tiburones, se convirtió nuevamente en esa filántropa – ahora racional- que todos conocemos; preocupada por sí misma, su familia y su amado esposo.




Para entender cómo era este Hyde – así lo llamo yo- digamos que hubiese sido el experimento más espantoso de Jeckyll. En realidad, su apariencia no era el gran problema, este era un tipo celoso, inseguro y dominante. Además, del puente etario que había entre ambos, Luciana, una mujer independiente, tenía que luchar con el martirio de las dudas de un hombre que ya doblaba la esquina mientras ella recién empezaba la calle.




Cierta vez, ella descubrió atónita el poderoso efecto del licor y la nicotina sobre el monstruo. Era increíble intentarlo todo y que no resultase nada; se había olvidado del pseudo amor y sus promesas. Ya no era la el lobo disfrazado de la abuelita, no por Dios; más bien había pasado de un común Hyde a una mezcla extraordinaria de los laycan a la criolla con chupa sangre y Jason. Qué Masacre en Texas ni qué ocho cuartos.



Producto de repetidas y cada vez más insoportables escenitas de celos y violencia verbal – y por qué no decirlo - un lapo del desgraciado; Luciana fue en busca de un machete. En esos instantes, ambos rondaban por los pasillos de Metro, un sábado de tantos en el que, el ya fracasado mini empresario, degustaba de unos traguitos y pedía a boca de jarro su quesito más a una de las señoritas de Laive.



Después de haberla acusado de coquetear mientras él “compraba”, después de que ella gritara a voz en cuello: “!Soy inocente!”… corrió a la carnicería, asaltó entre los pasantes y vendedores, le arrebató el arma al impiadoso joven carnicero y amenazó al desgraciado de que no le importaría arruinar su vida si de eso dependía que la dejara en paz.




Afortunadamente, a Luciana le sirve la cabeza para pensar; a otras, para enroscarse el pelo.
En fin, valió el susto y ella se marchó, no sin antes declarar a la policía que el hombre estaba ebrio, con el SOAT vencido y que aún no había pasado por la revisión técnica.




¿Acaso ya no era más que suficiente para renunciar a la opresión?



- Maldito desgraciado!
- ¿Y, Luciana?
- ¿Hasta cuándo?
- Tienes razón muchacha, por fin la tienes, hombre! Tú no mereces esto.



Y cuando apareció la inesperada y decisiva gota de sangre, Luciana, se marchó de su vida para siempre. No fue fácil y para muchos y muchas, ella fue una reverenda tonta; pero, cuando alguien atenta contra el autoestima, mutila nuestras capacidades y tomar una decisión en esas circunstancias es muy difícil, la determinación parece haberse ausentado…. Hasta que la recuperas.



El rumbo trazado por Luciana recobró su rectitud, su sentido y su horizonte es clarísimo. Se dice que es feliz y que además un noble caballero sin capa ni sombrero logró formatearle el chip y limpiar su corazón.



- ¿Hyde?



Habrá muerto, no sé. Pero, la extraña filántropa ahora goza de sus éxitos, aunque todavía no vence del todo la vergüenza de entrar a Metro, pues entenderán que su fotografía está pegada en la puerta como una peligrosa asalta machetes, usurpadora de finos cortes de res. Por Dios, menos mal que en Minka no tiene restricciones.




- ¡Tengan cuidado!
- No, mentira!

Homesick ‘n’ subterranean





Por Emilio Sánchez Lihón Mayorga


Utilizamos tres textos: Subterranean homesick blues de Bob Dylan (1965), I'm waiting for the man de The Velvet Underground (1967, pero popularizado en la década del 70) y Subterranean homesick alien de Radiohead (1997). Empezaremos cronológicamente.

Bob Dylan, Subterranean homesick blues, 1965


Bob Dylan sería al rock lo que Shakespeare es a la literatura: no una voz fundadora pero si uno de los nombres más importantes que constituyen el canon de la música rock (jugando con la analogía a parodiar al crítico inglés M Bloom) si viniera al caso elaborar un canon del rock. Sus textos se emparentaron con los movimientos beatniks norteamericanos alimentándose recíprocamente: la música popular necesitaba ser validada formalmente y los poetas beatniks necesitaban ser marginales. La generación beat propuso una lectura del mundo como un espacio de regreso al individuo en su estado más primitivo respecto a un orden social, “es la afirmación de lo bárbaro, porque se requiere una pasión primitiva por la naturaleza humana para creer que los actos individuales de violencia son siempre preferibles a la violencia colectiva del Estado... se requiere una fe literal en las posibilidades creativas del ser humano para imaginar que los actos de violencia son la catarsis que prepara para el crecimiento” dice Norman Mailer en búsqueda de un estado de juventud violentista hacia la institucionalidad. La posición del beatnik frente al sistema ordenador siempre es de oposición, motivada por la su condición de marginal de la sociedad (jóvenes que escaparon o desertaron del ejercito que iría a Vietnam o no fueron aptos para él). Así surge la respuesta ante el “modelo de vida americano” (ergo, “correcto”) y que radica en la sustentación de un credo que no se acerca a ningún discurso de poder, esto es ni en el capitalismo de la sociedad norteamericana ni en el socialismo ruso:

Los beats forman una generación de jóvenes que se niegan a participar en “el Modo de Vida Estadounidense” [The American Way of Life]; iniciaron una revuelta cuyo propósito no consiste en cambiar el orden existente sino salirse de él, para encontrar el significado de la vida por medio de experiencias subjetivas y no por medio de la proeza racional. (Allan Watts)


Allan Wats nos propone así un mundo contrastante entre “mentalidades cuadradas” , mentalidades conformistas y formales ante la mentalidad beatnik, que no diferencia entre bueno y malo o, planteándolo mejor, correcto y equivocado; equivalentes a un mundo dividido por dos discursos de poder diferentes y enfrentados pero que dependientes el uno del otro para su existencia.


Dylan, en el texto que aquí nos preocupa, reniega de la institución urbana, entendida esta como una estructura ordenadora del individuo. Según Dylan esta no funciona para el individuo (he allí que puebla su relato de individuos haciendo lo que las normas ordenan) sino para la institución en sí. Este “por tu bien” que la sociedad les impone está marcado por un rotundo fracaso de los individuos respecto a su libertad misma incluso de ideología (el locutor en el segundo verso confiesa, en un relato en el que se privilegia el discurso en tercera persona, “I'm on the pavement thinking about the government” aludiendo a esta frustración).


La narración supone la búsqueda de un muchacho de las drogas que desea consumir, búsqueda infructífera porque las personas a las que les debe, o no le permiten llevarse la droga sin pagarles su nuevo precio o los vendedores están bajo supervisión del gobierno. Al chico le resulta imposible conseguir las drogas que buscaba (químicos en un principio, marihuana luego) y tiene que ajustarse a las condiciones que la vida “correcta” le impone, correcta porque al no permitírsele su acceso a las drogas el sujeto contrario, el gobierno, ha logrado encaminarlo a ser sujeto de bien. Huelga decir que la enumeración de las “acciones buenas” son descritas socarronamente, el tono es harto irónico.

The Velvet Underground, I'm waiting for the man (1967)


Ya no estamos ante un texto elaborado por un individuo sino por un grupo de individuos. Aún así, la mecánica de la “banda de rock” supone que el guitarrista escribe la guitarra, el baterista la batería y así sucesivamente. Por lo expuesto la “letra” de la canción obedecería al vocalista de la banda pero, por más que este sea el caso, seguiré los modelos del género (la música rock) y le otorgaré el crédito al conjunto. Como en el caso anterior este grupo está íntimamente ligado al arte “serio”. Fueron apadrinados por Andy Warhol cuando el ya gozaba del aprecio de los círculos intelectuales norteamericanos empezaron componiendo y ejecutando la música de las instalaciones que armaba el pintor.


El texto como anécdota es muy similar, es un muchacho blanco (el carácter racial es importante), esta vez bien definido genéricamente, que espera en una muy bien definida esquina (Lexington, 125) de los barrios negros de una muy bien definida metrópolis (New York) a su vendedor de drogas (descripción que según los cronistas obedece a un otrora “dealer” de heroína en el Bronx de Nueva York). Esta espera es interrumpida por un individuo obviamente mayor (en la espontaneidad de las presentaciones en vivo este es señalado como un policía) quien acusa al protagonista de haber ido a molestar sexualmente a mujeres negras . Nuestro personaje se disculpa y le dice que espera a un muy querido amigo suyo (la droga o el dealer, el texto pretende un humor ácido en este momento) y sigue esperando. Finalmente llega el vendedor y se produce la compra y el protagonista vuela (la imagen es literal en ingles) a un sitio punto específico donde pueda consumirla (según los cronistas, aún dentro del barrio negro). El texto termina cuando nuestro protagonista, tranquilo por la dosis que ha recibido, recibe la sentencia de estar condenado a repetir este libreto “i’m feeling, oh, so fine... until tomorrow but it’s just another time, i’m waiting for my man”.

Radiohead, Subterranean homesick alien (1997)


Bajo la misma que el caso anterior el texto se caracteriza por ser firmado por un colectivo y, en todo caso, los mismos reparos pueden hacerse. El texto que seleccionamos remite en el título al primero de los textos tratados, “Subterranean homesick blues”. El título corresponde a un tributo a la primera, y establece inmediatamente una suerte de interpretación mutua, por la cual la segunda actualiza ciertos aspectos de la primera. Desde el título Subterranean homesick blues de Bob Dylan nos coloca en el espacio de la crítica, la palabra subterráneo de por sí guarda muchas referencias al espacio marginal del poeta (los movimientos beatnik en los que él se hallaba inmerso), mientras que blues no sólo equivale a la convención azul = triste del idioma inglés sino alude al carácter musical de la pieza (blues es la música vocal de los grupos afro-americanos norteamericanos) pese a que, en un estricto sentido del término Subterranean homesick blues de Bob Dylan no es ni rhythm ni blues sino rock & roll. Subterranean homesick alien de Radiohead utiliza el mismo sentido de subterráneo que utilizó Dylan aunque de manera paradójica ya que estamos en terreno de la música pop. La misma alusión a la música es utilizada pero esta vez mediante el tributo a Dylan, de por sí el nombre nos coloca ante un referente ineludible de la música popular. La novedad es la palabra alien (que si bien significa extraterrestre también significa habitante, por lo que no necesariamente estamos forzados a quedarnos dentro del terreno de la ciencia ficción). Alien sirve para aludir a este grupo de consumidores de ciencia ficción, al estereotipo del nerd universitario y su incapacidad de socialización, a su vez extiende este concepto al estereotipo de vida automática, sedentaria y autista que supone la introducción de las tecnologías en nuestras vidas y las nuevas manías que estas conllevan. El alien es entonces un individuo extraño de otro similar a él que también lo considera extraño.


Esta tercer texto se caracteriza por utilizar un lenguaje muy figurado, la anécdota cuenta de un yo narrador (sin ninguna seña de género otra vez, salvo que la voz que canta corresponde a un varón que dice “yo”), joven como los otros dos protagonistas, que vive en una ciudad sin olor y en el que pisar es molesto por lo roto del pavimento mientras que “allá arriba” hay una nave de extraterrestres que hacen películas para los que viven en su ciudad. El desea irse con estos aliens a que le instruyan de una visión particular del mundo que él vive, finalmente, cuando esto ocurre él corre a contárselo a sus amigos en la ciudad pero ellos lo mandan callar, finalmente el se declara, pese a su expulsión, feliz.


Si bien no se trata el tema de la adicción a las drogas de una manera tan frontal como en los dos casos anteriores y hay que hurgar en la referencia al texto anterior para poder establecer los valores que le corresponden a los signos, la anécdota nos lleva siempre a los deseos escapistas de la sociedad, a utilización de la droga como vehículo, la crítica al control de una instancia superior al individuo (el primer caso señalaba directamente al gobierno, en el segundo a un hombre mayor de edad y en este tercero a “la mayoría”, a la masa), etc., todo esto escondido de manera muy elaborada para que pueda ser consumido sin muchas preguntas y como música pop.

Esquema de la búsqueda


Lo analizado hasta ahora, además de proponer un parangón entre los tres textos que convocan nuestro análisis, nos ha servido para proponer al esquema canónico de la búsqueda, como aquel que mejor interpreta la mecánica de estos textos supone tres momentos: contrato o manipulación, acción (dividida, a su vez en competencia, performance y consecuencia) y sanción. Iremos paso a paso y deteniéndonos en las características de cada uno.


Cuando los personajes empiezan su búsqueda ocurre una necesidad incapaz de ser suprimida, el “Kid” de Dylan necesita de la droga, también el personaje del neoyorkino de The Velvet Underground (desde ahora “el neoyokino”) ambos salen en la búsqueda bajo la condición de que son adictos a ella y, como tal, no pueden oponerse a la necesidad de esta. El tercero de nuestros personajes, el “yuppie” (por el paratexto que acompaña al texto podemos apodar así a este protagonista) en cambio no la ha probado aún pero desea hacerlo y finalmente tiene la oportunidad, en el relato él no es dueño del control de cómo se realizará su iniciación (¿acaso alguien tiene el control de su iniciación?) pero si es dueño del deseo que impulsa su búsqueda. El contrato que estipulará la performance queda de este modo entonces:

Kid (D) Neoyorkino (TVU) Yuppie (R)
Contrato: obligado a… obligado a... quiere...

Los tres textos cuidan mucho de la valoración que se le da al objeto de la búsqueda, el tercero es con claridad aquel que desarrolla una actitud más positiva respecto al objeto aunque, finalmente, el tono del relato festeja la capacidad del individuo a separarse del autoritarismo y de la despersonalización del grupo y de su espacio (se queja de vivir en una ciudad aséptica ) antes que el consumo de drogas. El segundo de los textos es un tanto más crítico con la representación de la droga, el valor del objeto está cargado por un carácter negativo “feel sick and dirty, more dead than alive, I’m waiting for my man” y “I’m feeling good, I’m feeling oh so fine, until tomorrow but that's just some other time” al final. Pese a no ser precisamente una anécdota aleccionadora sobre el consumo de drogas sino un texto cuasi costumbrista (está allí la referencia al “dealer” por todos conocido, la esquina donde todo el Village desfilaba para comprar heroína, el antro donde se drogaban, mencionando además las relaciones blancos-negros, drogadictos-narcotraficantes, etc.) hay un tenue matiz crítico alimentando la narración . Finalmente el primero de nuestros textos si condena el abuso de drogas (ojo digo el abuso, no el uso) con más fuerza, aunque tampoco festeja la rectitud impuesta por el organismo de control, en varios momentos el narrador acusa a su personaje como una persona que no es libre (está obligado a buscar drogas) y que tampoco tiene chances de lograr su libertad porque el abandono de esta costumbre se da por el establecimiento del código impuesto por el gobierno, no por una actitud tomada por el individuo.


Luego atendemos a la Acción la cual a su vez se subdivide en la competencia, la performance y la consecuencia. El “Kid” sabe conseguirse droga, participa de la negociación, él mismo acude a su vendedor, no necesita hacerse de una competencia para lograr su objetivo, lo mismo ocurre con el “Neoyorkino”, sabe a dónde tiene que ir y de las condiciones y los ritos que suponen este encuentro. Ambos sujetos como cumplen con las demandas que de ellos dependen para agenciarse del objeto de valor, el problema (y la diferencia entre ellos surge cuando el rito falla en el caso del “Kid” y se re-actualiza en el caso del “Neoyorkino”. En lo que respecta al segundo, en el texto el rito tiene que inevitablemente darse, el cuadro costumbrista falla cuando la costumbre no se da; el nivel de la crítica (que llega a darse) no se está dando en una consecuencia sancionadora (como veremos más adelante) sino en la condena de la repetición del mito: así como Prometeo debe esperar al águila todos los días, él está condenado a esperar a su vendedor. En lo que respecta al “Kid”, él cumple con su parte del ritual pero esta no es correspondida por la contraparte ya que ellos están imposibilitados de darle la droga: el gobierno ha metido la mano y ha hecho imposible para el muchacho cubrir el costo de la droga ; y cuando va al siguiente vendedor esta se haya bajo el escrutinio del gobierno (su teléfono está intervenido y, pese a que tiene plantas, estas aún no están listas porque el gobierno las quiere listas en mayo, “ordenes del fiscal”). Finalmente la consecuencia es que “Kid” se queda sin su dosis y es “re-alineado” al orden social impuesto, se inscribe en un trabajo, en el ejército, se enamora, se casa, etc.: es gobernado.
El tercero de los casos, el protagonista no sabe cómo conseguir la droga, el espacio en donde se mueve es impoluto de cosas que “oler” sólo cuando sale de la ciudad y por sorpresa es raptado por los aliens quienes una vez ya lo tienen “arriba” le enseñan una visión nueva y particular del mundo. El individuo incapaz de agenciarse de la experiencia que busca es adiestrado no sólo en la consecución del objeto de valor (luego él vuelve a su ciudad dispuesto a enseñar por su cuenta a sus compañeros) sino en el ritual del mismo, en la visión particular que ahora posee. La búsqueda es exitosa y, pese a la desaprobación del grupo que se niega a ser partícipe de la nueva sabiduría de nuestro “yuppie”, la consecuencia le resulta feliz, está sin sus antiguos compañeros pero sabe que estará bien.


Consideremos otra vez a nuestros héroes:

Kid (D) Neoyorkino (TVU) Yuppie (R)
Contrato: obligado a… obligado a... quiere...
Acción: Conoce el ritual, Conoce el ritual, No conoce el ritual,
cumple con el ritual cumple con el ritual aprende el ritual,
pero fracasa en la y consigue su objeto. consigue su objeto y
búsqueda. trata de enseñar el ritual.
Sanción: Pasa a ser Está obligado a Es expulsado
gobernado por su esperar eternamente. por sus compañeros.
contrario.

Dentro de los tres textos siempre se repite un personaje ordenador o que demanda cierto nivel de orden. En el primero al “Kid” se le opone el gobierno quien finalmente logra alinearlo al plan que para él tiene trazado; en el segundo texto existe una persona mayor que intuye que nuestro neoyorkino se encuentra en falta pero falla en descubrir cual es la falta, el personaje se excusa (se subordina), la apariencia es mantenida y finalmente el personaje recibe lo que fue a buscar; finalmente, existe un grupo en la ciudad impoluta que cuando el individuo confiesa lo que ha encontrado (con el afán de hacer partícipe a su grupo de su descubrimiento) lo expulsa para mantener la unidad del conjunto, el orden del mismo.

Momento uno (inicio de la búsqueda)
D: Kid (Mira fuerte / captación restringida) → droga
TVU: Neoyorkino (Mira fuerte / captación restringida) → droga
R: Yuppie (Mira fuerte / captación restringida) → droga

y además:

D: gobierno (Mira debil / captación amplia) → droga
dealers (Mira fuerte / captación restringida) → droga
TVU: ordenador (Mira débil / captación restringida) → droga
“man” (Mira débil / captación amplia) → droga
R: compañeros (Mira débil / captación restringida) → droga

Momento dos (final del relato)
D: Kid (Mira fuerte / captación restringida) → droga
TVU: Neoyorkino (Mira débil / captación amplia) → droga
R: Yuppie (Mira fuerte / captación amplia) → droga

y además:

D: gobierno (Mira fuerte / captación amplia) → kid
TVU: “man” (Mira débil / captación amplia) → neoyorkino
R: compañeros (Mira débil / captación amplia) → yuppie

Momento tres (proyección del relato)
D: Kid (Mira débil / captación restringida) → libertad
TVU: Neoyorkino (Mira débil / captación restringida) → libertad
R: Yuppie (Mira fuerte / captación amplia) → libertad

Si bien en el último caso parece suponer un final feliz para el protagonista no lo es tanto, la intención de nuestro yuppie era la de comunicarle a su comunidad lo que había aprendido e ir acompañado a las nuevas búsquedas que suponen la proyección del relato pero esto no sucede así, la libertad de la que goza le resulta algo amarga por la soledad que le supone, cabría señalar que:

R: Yuppie (Mira fuerte / captación restringida) → compañeros

Sus dos similares anteriores han sido vencidos por la imposibilidad de despojarse del dominio que plantean sus adicciones, los rituales de esta y la victoria del órgano de control sobre el individuo. En el tercer caso pasa exactamente lo mismo pero ocurre un ánimo nihilista de, si bien no alcanzo a aleccionar de mi descubrimiento a mi grupo, soy feliz de por lo menos haberlo descubierto. El rasgo más característico no es necesariamente la introducción del nihilismo en el discurso, sino la conciencia del fracaso social: en los dos primeros textos si fracasaba el individuo fracasaba el proyecto social con él (el muchacho no es libre como individuo autónomo y no es libre gobernado, el neoyorkino tampoco es libre como individuo autónomo, el individuo ordenador falla en ver el problema con él falla la sociedad), en el tercero de los casos el proyecto social se mantiene tras el desmembramiento del individuo, quien a su vez puede ser feliz separado de su sociedad.

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Fuentes
Bob Dylan, Bringing It All Back Home
Columbia, EUA. Time, 46:54. Mar 1965.

Velvet Underground, The. The Velvet Underground & Nico
Verve, New York. Time, 48:59. Jan 1967.

Radiohead, OK Computer
Capitol, Oxford. Time 53:21. Jul 1997.


Mailer, Norman. El negro blanco
Tusquets, España, 1968.

Watts, Allan W. El zen de los beats
Sábado de Uno más Uno, num. 336, 7 de abril de 1984, México.
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1. Mailer, Norman. El negro blanco, Tusquets, España, 1968, pp 44-45.
2.Watts, Allan W. El zen de los beats, Sábado de Uno más Uno, num. 336, 7 de abril de 1984, p. 9. México.

3. Op. Cit. p 9

4. Quien vendría a ser el narratario. En la narración, la palabra que lo nombra, “kid”, supone un sujeto indefinido genéricamente, en inglés el texto no distingue genéricamente al sujeto en ningún momento. El asunto es relevante porque hay una serie de personajes bien definidos con un nombre propio y la narración brevemente expone las razones, lo que genera una fuerte sensación de identidad respecto a ellos y cierto contraste respecto a los personajes indefinidos. Además del “kid” narratario y protagonista de la anécdota (anécdota que supone la canción, se sobreentiende) existen otros dos personajes sin nombre: el narrador y el gobierno. Pero de estos tres sólo el gobierno es manipulado con frialdad: del modo en que el narrador se dirige al narratario, “kid” es cariñoso, hay una identificación fuerte entre ambos; a su vez el narrador se coloca dentro del relato, tiene un cuerpo dentro de la realidad de la historia “i’m on the pavement” reza en la primera estrofa; pero el gobierno, se habla de el, se lo cita como causa pero no existe corpóreamente.


5.Él verso es harto polisémico: “hey, white boy, you chasin' our women around?” en el cual no sólo se acusa la costumbre de los jóvenes blancos de iniciarse sexualmente con mujeres negras sino también el conflicto de la separación que ambas razas pretenden: si bien la libertad para los negros ya había sido proclamada la diferencia entre las razas aún es fuerte. Regresando un tanto al tema, en “our” identifica al narrador como un individuo de color y además es la voz que identifica al personaje como blanco.

6. “I live in a town where you can’t smell a thing” no solo supondría lo dicho literalmente (un pueblo donde no puedo oler nada) sino un también un sitio donde no puede encontrarse cocaína que aspirar.

7. El acto de esperar no sólo podría se crítico sino hasta poético... ¿no es la espera de Godot (además de tensa y repetitiva) poética? Bueno, por lo menos el narcotraficante si se aparece.
8. Dicho con la paradoja: “wants eleven dollar bills but you only got ten (quiere billetes de once dólares)”. En todo caso, quien no produce billetes de once dólares es el gobierno mismo, Notese la sutileza con que se señala la acción del órgano de control.


9. Que es diferente al gobierno de Dylan en cuanto es una persona mayor de edad, no un representante de la oficialidad necesariamente sino de la tribu (incluso siendo este un policía, la familiaridad del trato que impone la manera en que dialogan no refiere a la relación individuo/legalidad sino individuos conviviendo en el mismo espacio, remarcado esto último por la referencia a tensión social blanco – negro).





CURSOS DE FORMACIÓN GENERAL EN LA UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO: UNA TAREA TRASCENDENTE

Melisa Valdez Caballero

La educación básica regular en el Perú ha generado siempre controversia. A unos les provee de herramientas básicas para afrontar la vida con un trabajo decente; a otros les da la posibilidad de pelear una vacante en la universidad, y a pocos le abre las puertas a condiciones académicas y laborables envidiables.

La universidad César Vallejo se ubica en un contexto medio. Está destinada a convertirse en la oportunidad de los otros, sí, de aquellos que en principio están animados a intentar una carrera a fin de superar sus condiciones de vida; pero que, en el camino se ven en la necesidad de tomar una decisión drástica: continuar a pesar de la exigencia académica a sabiendas de convertirse en un excelente profesional, o de retirarse por no poseer las competencias necesarias para proseguir y graduarse.


Pero, ¿cómo lograr el éxito profesional de nuestros estudiantes y cómo posicionarnos en Lima sin perder lo que hasta hoy se ha logrado en cinco años? Recuérdese que mientras se cuente con los recursos necesarios, los padres, velarán por las mejores oportunidades académicas para sus hijos, es decir, exigencia a nivel humanístico, académico, cultural y social; y en ese sentido, nuestra universidad se encuentra en la mira del corto abanico de posibilidades de los estudiantes.
Los cursos de formación general que se imparten en los primeros cinco ciclos de estudios son fundamentales. Están orientados a desarrollar las competencias necesarias para el desempeño académico y profesional de nuestros alumnos; los preparan para la vida y fomentan la identidad con su patria y alma mater. Además, no podemos soslayar el hecho de que cursos como Comunicación, Lógico – Matemático, Filosofía, Cátedra Vallejo y Desarrollo Personal se han convertido en el remedio vital que todos los ingresantes esperan que se les administre, después de una formación escolar floja, carente y gastada; desentendida de toda actitud investigadora por parte del educando.


El artículo n°1 de la Ley universitaria N°23733 señala que la formación superior como tal está orientada “al estudio, la investigación, la educación y la difusión del saber y la cultura, y a su extensión y proyección social”. Un estudiante que no posee el hábito de leer, carente de identidad personal y nacional, sin capacidad de reflexión crítica y de análisis, incapaz de solucionar problemas con eficiencia y eficacia; tendrá mayores dificultades para asumir con responsabilidad sus estudios superiores.


Actualmente, son evidentes los tropiezos del educando peruano en sus ámbitos de desarrollo, es decir, presentan limitaciones académicas severas; no comprenden lo que leen; dedican tiempo insuficiente al estudio; se ausentan de la biblioteca; maltratan su entorno; viven alienados y no valoran ni respetan mínimamente espacios culturales ni sociales; producto de por lo menos once años en entornos escolares deprimidos, medio familiar disfuncional y un contexto social agresivo. Por ello, una vez más, señalamos la trascendencia de los cursos de formación presentes en todas las escuelas profesionales, no solo de esta casa, sino a nivel nacional; pues su objetivo es generar las estrategias cognitivas y competencias académicas y humanísticas que nuestros educandos necesitan a fin de afrontar con responsabilidad y reflexión crítica los contenidos de mayor exigencia y que competen al desarrollo de la especialidad de cada escuela o facultad. Esto es lo primero que convencerá a nuestros alumnos y a sus padres; saber que han elegido bien y somos la mejor oportunidad de Lima.





Cómo lograr que el estudiante de ingeniería, educación, administración o psicología, por ejemplo, asuma retos mayores, si no se les ha formado con capacidad crítica, comunicativa (respetando las líneas formativas del curso), con capacidad de trabajar en equipo, con responsabilidad social, identidad personal, institucional y nacional; cómo si no es reflexivo, analítico, goza del arte y la cultura, capaz de comunicarse con respeto, resolver problemas oportunamente, con espíritu investigador, con compromiso ético profesional… cómo; si estas pasiones son más propias de los formadores de espíritu, es decir, de los docentes de carrera que desean ver en sus alumnos el fin de la educación: seres formados integralmente.

La especialidad, por su parte contribuye a preparar al estudiante universitario en cuestiones de ciencia y tecnología; sin olvidar lo humano por supuesto, pero las bases se sientan con los cursos de formación básica general y si no se le otorga el espacio, tiempo y reconocimiento que necesitan para su actuación; lo estipulado por la Ley 23733 en el artículo N°2 queda sin efecto, una música de ascensor, sin alma, como leí por allí.

Y para no perderlo de vista, en el artículo se menciona textualmente que: Son fines de las Universidades:
a) Conservar, acrecentar y trasmitir la cultura universal con sentido crítico y creativo afirmando preferentemente los valores nacionales;
b) Realizar investigación en las humanidades, las ciencias y las tecnologías, y fomentar la creación intelectual y artística;
c) Formar humanistas, científicos y profesionales de alta calidad académica, de acuerdo con las necesidades del país, desarrollar en sus miembros los valores éticos y cívicos, las actitudes de responsabilidad y solidaridad social y el conocimiento de la realidad nacional, así como la necesidad de la integración nacional, latinoamericana y universal;
d) Extender su acción y sus servicios a la comunidad, y promover su desarrollo integral […].

Solo necesitamos dar una mirada consciente a lo que ya tenemos y sobre ello mejorar, todo es perfectible, es cuestión de voluntad en beneficio de nuestros estudiantes y de la nación.

El docente?... un ave de paso;
El alumno?... nuestro mejor juez.

miércoles, 18 de mayo de 2011

EL CARÁCTER ORAL EN LA ESPOSA DEL REY DE LAS CURVAS DE ALFREDO BRYCE ECHENIQUE


Henry Rivas Sucari
revistanaufrago@hotmail.com


El último libro de Bryce, La esposa del Rey de las Curvas, es la invitación a un acto narratario oral con caracteres nostálgicos, compartido a su vez de una ironía a veces triste, a veces hiriente, y que demuestra que el autor de El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, continúa el estilo que le ha identificado en sus más de treinta años de carrera literaria.


El cuento que da nombre al libro La esposa del Rey de las Curvas, (Arnaldo Alvarado "El Rey de las Curvas" (1901-1988), fue un ídolo del automovilismo desde el año 33 hasta el 75, inmortalizando su robusto Ford, el "Ladrillo Rojo". Como homenaje, la última etapa de los Caminos del Inca, Arequipa-Lima, lleva el nombre de Alvarado )recurre a una temática bastante tratada en intertexto de la obra bryceana.. Es decir, en entrevistas y otros libros, como lo son sus memorias Permiso para vivir, Bryce, a la manera de anécdota, narra las peripecias y el inicio de su lenguaje oral y sus dotes como narrador infantil.


La anécdota da como resultado, en parte, como material valido del que construye sus relatos, una fuente para manejar las historias como una pieza de ajedrez, ganando, pero siempre por distintos caminos, contando la misma historia una y otra vez, con distintas alegorías, nuevos personajes, espacios exagerados, etc. Sin embargo, todos esos elementos constituyen el recurso base para el tipo de narrador que es Bryce, un narrador oral. El narrador oral es entendido no como un narrador plenamente dicho, sino como un contador, el contador de una narración. La tradición de la oralidad se remonta al principio de la humanidad, a las primeras manifestaciones de lo que llamamos literatura: la creación de historias. El cuento La esposa del Rey de las Curvas, es el nacimiento de un narrador oral, de naturaleza mitómano y con la perfecta audacia de la complicidad familiar.

Cuando la narración oral se dirige al papel, no pierde su tradición de oralidad, es decir, inmediata, contextualizada, digresiva, tonémica; sino más bien, refuerza estos rasgos al imitar a una oralidad hablada sobre la hoja en blanco, produciendo una segunda oralidad, cuyas características son las mismas, pero construidas por un narrador que debe causar la misma ilusión de la oralidad presente. Este acto, es obviamente difícil, pues el narrador debe trabajar ya no solo con palabras, modismos, o improvisaciones, sino con normativa, espacios e imaginando a un lector en vez de un auditorio.

Bryce logra el efecto del narrador oral, esa ha sido su virtud en la mayor parte de sus libros, ayudándole también a conseguir la construcción de un estilo propio, lleno de intertextos de la cultura popular, canciones de rancheras, boleros, así como también de la cultura literaria universal. .

Uno de las mejores realizaciones en este libro es el cuento Peruvian Apollo, personaje que le hace un guiño cómplice al fortachón Cajahuaringa de la novela No me esperen en abril. El cuento, si bien narra la degradación de un personaje de la clase alta peruana, tópico recurrente en la narrativa bryceana, sale del molde de los acostumbrados depresivos, al mantener, aún en los momentos más trágicos, un humor campesino y un carácter resignado, pero positivo.

Los personajes bryceanos siempre se han movido entre el fracaso y la tristeza, entre la melancolía y la evocación al paraíso perdido, la desolación y la muerte. El cuento Y se me larga usted en el acto y Las manías del primo Rodolfo. Constituyen un retorno a la Lima que se fue y a los personajes llenos de excentricidades, atrapados en una dimensión familiar que les impide desarrollarse en una sociedad moderna. Este arcaísmo en sus gustos, manías, visiones del mundo, los conducen casi siempre al fracaso, a la soledad inexorable de la incomprensión.

La detestable ciudad de Bolon-i-a es un cuento que sobrepasa la dimensión del relato a la dimensión fonológica, así los sonidos, las pronunciaciones de Bolonia por Bolon-ia adquieren una transgresión de significados y tiempos. El significante jugará una variación fonológica para la representación del mundo positivo versus el mundo imposible, el mundo negativo y frustrante. El juego lingüístico atraviesa varios enunciados: Bolonia, Bologna, Boloña, para terminar en un escatológico Bolon-i-a, que conducirá a Joaquín Sumalavia a los infiernos del trueno estomacal, la desgarradora, aflojada y alocada carrera hacia la defecación desesperada, que terminará por arruinar su viaje a un país extraño y doloroso para él y su novia.

La funcionaria lingüista, el primer cuento del libro, (lo menciono al final por su carácter irónico destructivo) tiene un parecido en su propuesta al registro de la novela Las obras infames de Pancho Marambio, es decir, parece que hubiese sido escrito en un acto de venganza, de rencor y de odio. Bryce recurre para desacreditar al oponente de su relato a la caricaturización. Este juego, donde involucra toda la herramienta irónica que le es conocido, sirve para describir a un personaje nimio y a la vez poderoso, Raquel María Trinidad Quiñones Salcedo, una funcionario lingüista, mediocre, arribista, algo hermosa pero a la vez ridícula, que despedaza todo lo que puede servir para hacerla ver lo que es, un parásito aprovechado de las fuentes culturales españolas. El narrador autodiegético se llama Raúl y vive entre los actos memoriosos y los del oprobio. El acto narratario es propio de un acto catártico. La eclosión de lo bárbaro a través del ludismo memorioso y carnavalesco. Bajtín nos habla de esta categoría en su libro La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, donde algunos de los temas tratados son el cuerpo grotesco, disfraces y metamorfosis; la ironía y los modos distanciadores como sátira, parodia, estructuras y causalidades invertidas. En este cuento Bryce recurre a varios de estos elementos, algunos con éxito, otras veces con descaro.

En conclusión, La esposa del Rey de las Curvas es un libro claramente situable dentro de la temática recurrente bryceana. No encontraremos novedades e innovaciones como en sus entregas anteriores, pero si la pulsión de un contador de historias, vigoroso y efectivo.

MI ROPA DE DOMINGO


Javier Bernal Aguedo

"¡Maldita sea!, ya es tarde, de seguro mi viejita está preocupada por mí y yo recién llego a la casa. Todo por culpa de esos tarados de mis "amigos" que no me dejaban ir". Seguía caminando y pensaba qué decirle a mamá cuando llegue a casa. El Sol ya estaba encimado en el cielo y yo recién llegando a mi hogar con el malestar de la resaca y con la peor pesadez que se pudiera sentir.


Me sentía raro, ya que a pesar de lo desastroso que lucía y mi caminar tambaleante, la poca gente que vi en el trayecto no me prestó atención. "Mejor para mí, luego no van a chismear tonteras en el barrio; bueno, y si lo hacen, igual no me importa”.


Ya casi al aproximarme a la puerta de mi hogar me acomodé la ropa; ahí me di cuenta de que estaba todo cochino, parecía indigente. "Con razón no me reconocieron mis vecinos", pensé. Traté de recordar dónde pasé la noche, pero por más que hice el esfuerzo en acordarme no pude.
Mi casaca estaba toda negra como si me hubiera revolcado en polvo de carbón y lo mismo noté en mi blue-jeans, mis zapatillas blancas ya no son más blancas, el matiz grisáceo las hacían parecer zapatos. "¡Qué desgracia! ¿Dónde me metí?", seguía pensando. "¡Qué vergüenza que me vean así!". En ese momento vi mis manos; estaban negras y melosas. "De seguro fue por el trago". Al acomodarme el cabello lo sentí duro, como si me hubieran echado algo pegajoso en la cabeza. "¡Carajo! ¡¿Qué me han echado estos mierdas?!”, pensaba muy furioso en lo que probablemente hicieron mis amigos por gastarme una broma; sin embargo, no me acordaba nada. Me acomodé como pude y continué mi camino; de pronto me encontraba ya apoyado en el umbral del portón de mi casa; al empujar la puerta de entrada, noté que estaba abierta. "¡Uy, qué suerte!, así no hago bulla". Rápidamente, me escabullí por el patio y fui a esconderme en mi habitación.


Con las pocas fuerzas que me quedaban, me saqué todo y escondí mis ropas por si mi madre entraba luego a mi cuarto. "¿Pero...Y ahora mi cabello y mis manos? ¿Cómo hago para lavármelas?; sino, voy a ensuciar toda la cama y peor mi mamá se va a enojar más".


Ahí noté que la casa estaba muy tranquila y sombría. "Seguro no hay nadie", pensé y me asomé a la ventana que miraba al patio. Como no vi a nadie, salí apresurado al baño y tomé la ducha más veloz que recuerdo haberme dado en mi vida. Salí del baño y llegué a mi pieza, cerré con llave y me puse a dormir.


De pronto se interrumpió mi sueño. -¡¿Por qué has sido tan inconsciente?! - Era mi madre frente a la puerta de mi habitación que gritaba y sollozaba a la vez. El temor a la reprimenda y un halo de cobardía hicieron que me quede callado; es más, traté de hacerme el dormido, pero… "Mejor pienso en qué pretexto darle a mamá".


-¡Siempre te dejé hacer lo que querías y ves cómo te has comportado! - Seguía diciendo parada frente a mi puerta, pero no entraba a mi cuarto.


-¿Era difícil decirle "no" a tus amigos? - dijo sus palabras como reprimiéndome y lamentándose.
-¿Acaso yo te crié mal para que me pagues así?- Sentí que se pegó a mi puerta y se puso a llorar.
Estaba por abrirle cuando en ese momento escuché -Ya mamá, ¡cálmate! Espera que pase tiempo. ¿No te das cuenta que te hace mal ponerte así?- Era mi hermano mayor.


-No hagas mala sangre. De nada sirve si es que mi hermano no aprendió la lección en su debido momento. Luego va a pasar- le dijo como queriendo calmarla.


"¡Pucha!" pensé. "Seguro que como no llegaba, mi mami fue a buscar a mi hermano para que me ubique por algún lugar del barrio, y ahora él también debe estar enojado, y él sí me va a sacar la mierda cuando me levante, ya conozco la forma cómo hace justicia y que respete las normas de la casa dictadas por mamá". Me entró temor, más por enfrentar mi irresponsabilidad que por encararlo. Sabía bien que había hecho mal.


Sentí más bulla en la casa, mis hermanos menores iban de un lado a otro; lo noté porque sus pasos iban y pasaban de sus dormitorios, junto al mío, hacia la sala. Escuchaba el sonido que hacían con las charolas, platos y tazas de la vitrina que adornaba la sala (como una estatua sempiterna); las estaban sacando y de seguro era porque algo iban a preparar. Todos hablaban en voz alta, empero uno a la vez. No escuché bien lo que decían; no obstante, algo de una reunión en el local social se trataba.


Como era domingo, pensé que había una fiesta religiosa, de las tantas que había en mi barrio, y a las cuales mi madre era infaltable; sin embargo, no sentía cohetes ni música de los "ccaperos". "Seguro es una fiesta pequeña o se trata de algún santo menor...Ya luego me acuerdo" y seguí tratando de dormitar, pues la resaca me destrozaba la cabeza; era un golpe de gong que retumbaba y maltrataba a la vez.


Luego escuché a mi hermano menor -¡Ma´! Ya subimos para el local. Ya está todo listo-. De mamá no oí responder nada, sólo balbuceaba en voz baja, lo único que escuché fue un sonoro suspiro y un murmullo que no comprendí. "Pobre mamá, sufre por mi culpa e insensatez"; pensé. "Bueno, tengo que pedirle disculpas y cambiar de actitud". Estaba verdaderamente arrepentido, me di vuelta en la cama y me cubrí con el edredón azul que me regaló papá cuando me dieron un dormitorio para mí solo. Quedé nuevamente dormido dejando que pase tiempo y la casa se mantuvo en silencio.


-¡Tan, tan, tan....!- Como nunca, escuché al reloj de campana de la sala que sonaba siempre a la hora del almuerzo. Desperté. Ya estaba casi repuesto, sólo un poco de pesadez dejado por la resaca tenía en el cuerpo.


"Bueno" dije "Tengo hambre y como todos están en el local social, voy para allá y seguramente hay un suculento almuerzo; de paso me acerco a mi viejita; le pido disculpas y como habrá full gente paso piola y el regaño no va a ser grande". Ya había planificado cómo hacer para que la reprimenda que me esperaba no sea tan fuerte.


Me levanté, me arreglé en el baño, regresé a mi pieza y me alisté. Vestido bien con la ropa de domingo, limpio y elegante, salí de mi casa con dirección hacia el salón social.


Al ir aproximándome al local, noté que entraba y salía bastante gente. "Bien, alístate para poner cara de arrepentido y de yo no fui" me decía.


Cuando llegué a la puerta no pude creer lo que vi. Era un velorio, el féretro estaba en el centro de la habitación de entrada; el cuadro era tétrico, y el salón a pesar que era de día estaba en penumbras; mi madre y mis hermanos estaban en un salón contiguo vestidos de negro.


"¡No puede ser! Seguro es mi abuelo. El viejo ya estaba en las últimas con su corazón, y más aún que yo no llegaba a la casa, de hecho que por la preocupación y el sobresalto le dio un infarto y se murió". Me sentí culpable “...Y lo peor de todo es que no estuve en la casa para ayudar a mamá en ese rato de desesperanza, o a fin de cuentas, para acompañar al viejo en sus últimos momentos. Soy de lo peor", me decía y agaché la cabeza, meditabundo y acongojado, moviéndola hacia ambos lados como no aceptando la culpa.


"El viejo siempre fue muy bueno conmigo y yo era su nieto preferido". Unas lágrimas se aproximaron a mis ojos mientras lo recordaba e ingresaba al salón.


Me acerqué lentamente a las exequias y a cada paso que daba sentía el remordimiento de descubrir ese rostro que ya nunca más iba a ver, o recordar esa voz que nunca más iba a oír y trataba de imaginar a mi abuelo en casa dándome un consejo o contándome una de sus anécdotas inmemorables. Me acercaba cada vez más y cuando estuve al lado del féretro un rayo helado atravesó todo mi cuerpo y me dejó paralizado. ¡No podía creerlo! Dentro de él estaba yo vestido con mi ropa de domingo.